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No se a donde voy pero me dirijo en esa dirección

Milán Brooke Saward

En tus 20 y 30 no tienes que tenerlo todo resuelto

Empecemos desde el principio con una declaración audaz, ¿de acuerdo? Uno que desafía la lógica que le han hecho creer durante las últimas dos décadas, uno que vuelve obsoletas las observaciones de sus maestros de secundaria, y uno que simplemente arroja todo el orgullo por la ventana mientras confiesa que tal vez no sepa todo, no tengo todas las respuestas, y por una vez no tienen miedo de decir esas cosas. Mientras lo hace, ¿por qué no usarlo con orgullo? La idea misma de que tal vez, sí, no sabes dónde vas a estar en 5 o 10 años y así ayudar a la próxima persona a hacerte una pregunta tan absurda e incontestable.

De acuerdo … Retrocedamos algunos capítulos.

Para la mayoría de nosotros en nuestros días escolares, todo lo que queremos es independencia. Anhelamos los días de la libertad: tomar nuestras propias decisiones, establecer nuestros propios horarios o cumplir nuestros propios objetivos y metas más allá de los que nos hemos fijado.

Entonces ‘crecemos’.

En algún momento alrededor de nuestros veinte años (ocurren ligeras variaciones en este siguiente paso), nos damos cuenta de que todo lo que tanto habíamos anhelado en nuestra adolescencia era de hecho un mito. Una falsedad vaga y lejana. Un no evento.

Porque la verdad es que, cuando llegamos a los veinte, recae sobre nosotros una cantidad de responsabilidad sin precedentes, así como una enorme cantidad de expectativas desgarradoras.

Expectativas……. vienen en muchas formas, muchas variaciones, en muchas ocasiones en nuestras vidas, y son para la mayoría de nosotros nuestro mayor motivador y nuestro mayor inconveniente. Ciertamente una paradoja.

Milán Dom

Y entonces nos damos cuenta

A pesar de los años previos a este momento, las innumerables noches trabajando como esclavos en ensayos en la escuela secundaria y la universidad, superando nuestra excelencia en nuestra educación terciaria, sin importar cuánto trabajamos o no, llegamos a un punto en el que, a pesar de nuestra mejores esfuerzos y elecciones cuidadosamente elaboradas, no terminamos ni cerca del punto por el que nos hemos esforzado. Para bien o para mal, estamos a unos pocos anillos de más fuera de la zona ‘objetivo’.

No tenemos idea de lo que estamos haciendo, hacia dónde vamos, hacia dónde queremos ir desde aquí o cómo llegar allí.

Pero nos olvidamos de un pequeño detalle … todavía vamos en la dirección correcta.

Mientras trabajes cada vez más hacia algo, vas en la dirección correcta. No necesita saber a dónde va o cómo llegará allí, solo que está en camino.

Y ese es un pensamiento reconfortante. Porque no sé a dónde voy, pero voy en esa dirección.

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